El propósito de la Antropología Filosófica es centrar su atención en el hombre, tomando en cuenta todos los aspectos de la existencia humana: biológico y cultural, pasado y presente. Pero esto no significa que la Antropología Filosófica sea el producto de una combinación seria o síntesis de diversas disciplinas. En este sentido, la Antropología Filosófica, más que estar cercana a la Antropología Cultural, está más bien cercana a la Filosofía. Como Filosofía, no abandona su pretensión de comprender al hombre más allá de los límites de las distintas ciencias.
Pensamiento de la antropología en la filosofía antigua
Pensamiento de Heraclito:
En la evolución del pensamiento filosófico, los griegos, se interesaban exclusivamente por el universo físico, la cosmología predomina claramente sobre todas las otras ramas de la investigación filosófica, los pitagóricos descubren la filosofía matemática y los eleatas la filosofía lógica. Pero, es Heráclito quien se ubica en la frontera entre el pensamiento cosmológico y antropológico, caracteriza su filosofía con estas palabras: “Me he buscado a mí mismo”, convencido de que no se puede penetrar el secreto de la naturaleza sin haber estudiado antes el secreto del hombre.
Pensamiento de Sócrates:
El hombre es un compuesto entre cuerpo y alma.
Sócrates dice que el alma es algo que existe dentro de nosotros, pero que no se capta por los sentidos. Él dice que poseemos alma por lo que somos capaces de hacer. El alma es sinónimo de alma racional, de inteligencia. Además, el alma tiene una vertiente práctica, relacionada con lo que nos permite decidir nuestra conducta. Ésta es la más importante para Sócrates, es decir, la función ética o práctica. Sócrates está muy preocupado por el problema de la felicidad humana, la felicidad no está determinada por ningún agente externo (por la voluntad de los dioses, o por la biología, herencia...), sino que depende de nuestras propias decisiones. Nuestras decisiones son el resultado de nuestros conceptos, del conocimiento que tengamos del bien y del mal, de lo justo y lo injusto... El bien y el mal son objetivos, no depende de lo que nosotros digamos. La voluntad está sometida a la inteligencia. A ésta manera de pensar se le llama intelectualismo socrático, es decir, identificar el conocimiento del bien con la buena conducta, y el vicio con la mala.
La felicidad no se compra con el dinero ni con el éxito.
La felicidad consiste en la práctica de la virtud, llevar una vida virtuosa conforme a los valores morales. Una persona es ignorante en la medida en que no conoce los límites entre lo bueno y lo malo. La ignorancia es la que conduce a la desgracia del ser humano.
Una persona es ignorante porque no encuentra los límites del bien y del mal.
La ignorancia es la enfermedad del alma.
Sócrates dice que el alma es algo que existe dentro de nosotros, pero que no se capta por los sentidos. Él dice que poseemos alma por lo que somos capaces de hacer. El alma es sinónimo de alma racional, de inteligencia. Además, el alma tiene una vertiente práctica, relacionada con lo que nos permite decidir nuestra conducta. Ésta es la más importante para Sócrates, es decir, la función ética o práctica. Sócrates está muy preocupado por el problema de la felicidad humana, la felicidad no está determinada por ningún agente externo (por la voluntad de los dioses, o por la biología, herencia...), sino que depende de nuestras propias decisiones. Nuestras decisiones son el resultado de nuestros conceptos, del conocimiento que tengamos del bien y del mal, de lo justo y lo injusto... El bien y el mal son objetivos, no depende de lo que nosotros digamos. La voluntad está sometida a la inteligencia. A ésta manera de pensar se le llama intelectualismo socrático, es decir, identificar el conocimiento del bien con la buena conducta, y el vicio con la mala.
La felicidad no se compra con el dinero ni con el éxito.
La felicidad consiste en la práctica de la virtud, llevar una vida virtuosa conforme a los valores morales. Una persona es ignorante en la medida en que no conoce los límites entre lo bueno y lo malo. La ignorancia es la que conduce a la desgracia del ser humano.
Una persona es ignorante porque no encuentra los límites del bien y del mal.
La ignorancia es la enfermedad del alma.
Pensamiento de Platón:
Para Platón, el hombre estaba compuesto de cuerpo y alma. Para él, el hombre es esencialmente alma. Al igual que Sócrates, Platón dice que el alma es inmortal.
Él dice que el alma (racional) es principio de conocimiento racional, aquello que nos permite conocer la esencia de las cosas.
Además de alma racional, hay alma concupiscible (es decir, tendencia hacia el placer).
Alma irascible (es decir, tendencia hacia el poder, superar las dificultades) lo que se debe hacer y lo que apetece hacer entran en conflicto. El deber y el placer no son compatibles a veces. Sin embargo, el alma irascible puede ser aliada de la razón.
Platón dice que “la felicidad es un estado del alma”. Es feliz aquella persona que consigue la armonía interior, que se consigue cuando el alma racional controla a las otras dos, cuando somos capaces de hacer lo que comprendemos que tenemos que hacer, poseemos salud mental.
Platón señala cuatro virtudes para conseguir la armonía: prudencia, fortaleza, templanza y justicia.
La prudencia es la virtud que perfecciona al alma racional y que implica el conocimiento de la verdad y del bien. La enfermedad del alma racional, es decir, lo contrario de sabiduría o prudencia, es la ignorancia.
La virtud propia del alma concupiscible es la moderación o templanza. Tenemos que decir no al placer muchas veces para no crear problemas.
La virtud propia del alma irascible es la fortaleza, es decir, la capacidad de vencer las dificultades y no ceder a que nos venzan.
La justicia es una virtud que resulta de la posesión o unión de las otras dos. Una persona justa es una persona que tiene un ajustamiento o armonía interior. Para ser ajustado debemos ser sabios, fuertes y moderados.
Problema de la inmortalidad del alma en Platón:
En todo conocimiento existen dos elementos que son el sujeto (Ser que conoce) y el objeto (lo conocido). Hay dos tipos de sujetos, según como se observe el objeto: la razón y los sentidos. Como las verdades que conoce la razón (la esencia) es inmaterial, el alma y la inteligencia también es inmaterial. Al no ser material la razón no desaparece, no muere.
El objeto de la razón es la esencia de las cosas, el de los sentidos es el aspecto material (apariencias de las cosas).
Decir que el alma es inmaterial, es decir, que no está compuesta de partes y, por tanto, no muere ni desaparece, es decir, es inmortal porque morir significa descomponerse en partes. Éste argumento es el “Diálogo de Menón”.
El cuerpo del hombre muere como consecuencia de las enfermedades propias, las enfermedades del alma son: la ignorancia, la intemperancia, la cobardía y la injusticia. Si éstas enfermedades no acaban con el alma, mucho menos lo van a afectar las enfermedades del cuerpo. Esto lo dijo en su obra “La República”.
Relación del alma con el cuerpo:
El ser humano está compuesto de dos sustancias distintas, que son el cuerpo (material, compuesto de partes) y el alma (inmaterial). El problema está en cómo puede haber una relación entre las dos siendo de naturaleza tan diferente. La relación entre cuerpo y alma es una relación accidental, antinatural y violenta o forzada.
Es ACCIDENTAL porque el cuerpo y el alma son dos sustancias diferentes y, en cierto modo, incompatibles: el alma no necesita del cuerpo para vivir, si el cuerpo y el alma son de naturaleza distinta, distintas esencias.
Es VIOLENTA porque el alma tiende a la esencia de las cosas y el cuerpo tiende a las apariencias. Entre las dos hay una tensión existente entre nosotros.
Para Platón, educar significa liberar al alma de la ignorancia, para que consiga llegar a la verdad de las cosas.
Él dice que el alma (racional) es principio de conocimiento racional, aquello que nos permite conocer la esencia de las cosas.
Además de alma racional, hay alma concupiscible (es decir, tendencia hacia el placer).
Alma irascible (es decir, tendencia hacia el poder, superar las dificultades) lo que se debe hacer y lo que apetece hacer entran en conflicto. El deber y el placer no son compatibles a veces. Sin embargo, el alma irascible puede ser aliada de la razón.
Platón dice que “la felicidad es un estado del alma”. Es feliz aquella persona que consigue la armonía interior, que se consigue cuando el alma racional controla a las otras dos, cuando somos capaces de hacer lo que comprendemos que tenemos que hacer, poseemos salud mental.
Platón señala cuatro virtudes para conseguir la armonía: prudencia, fortaleza, templanza y justicia.
La prudencia es la virtud que perfecciona al alma racional y que implica el conocimiento de la verdad y del bien. La enfermedad del alma racional, es decir, lo contrario de sabiduría o prudencia, es la ignorancia.
La virtud propia del alma concupiscible es la moderación o templanza. Tenemos que decir no al placer muchas veces para no crear problemas.
La virtud propia del alma irascible es la fortaleza, es decir, la capacidad de vencer las dificultades y no ceder a que nos venzan.
La justicia es una virtud que resulta de la posesión o unión de las otras dos. Una persona justa es una persona que tiene un ajustamiento o armonía interior. Para ser ajustado debemos ser sabios, fuertes y moderados.
Problema de la inmortalidad del alma en Platón:
En todo conocimiento existen dos elementos que son el sujeto (Ser que conoce) y el objeto (lo conocido). Hay dos tipos de sujetos, según como se observe el objeto: la razón y los sentidos. Como las verdades que conoce la razón (la esencia) es inmaterial, el alma y la inteligencia también es inmaterial. Al no ser material la razón no desaparece, no muere.
El objeto de la razón es la esencia de las cosas, el de los sentidos es el aspecto material (apariencias de las cosas).
Decir que el alma es inmaterial, es decir, que no está compuesta de partes y, por tanto, no muere ni desaparece, es decir, es inmortal porque morir significa descomponerse en partes. Éste argumento es el “Diálogo de Menón”.
El cuerpo del hombre muere como consecuencia de las enfermedades propias, las enfermedades del alma son: la ignorancia, la intemperancia, la cobardía y la injusticia. Si éstas enfermedades no acaban con el alma, mucho menos lo van a afectar las enfermedades del cuerpo. Esto lo dijo en su obra “La República”.
Relación del alma con el cuerpo:
El ser humano está compuesto de dos sustancias distintas, que son el cuerpo (material, compuesto de partes) y el alma (inmaterial). El problema está en cómo puede haber una relación entre las dos siendo de naturaleza tan diferente. La relación entre cuerpo y alma es una relación accidental, antinatural y violenta o forzada.
Es ACCIDENTAL porque el cuerpo y el alma son dos sustancias diferentes y, en cierto modo, incompatibles: el alma no necesita del cuerpo para vivir, si el cuerpo y el alma son de naturaleza distinta, distintas esencias.
Es VIOLENTA porque el alma tiende a la esencia de las cosas y el cuerpo tiende a las apariencias. Entre las dos hay una tensión existente entre nosotros.
Para Platón, educar significa liberar al alma de la ignorancia, para que consiga llegar a la verdad de las cosas.
Pensamiento de Aristóteles:
Aristóteles es sobre todo biólogo, lo cual se nota mucho en la manera de interpretar al hombre (la biología es una parte de la física). Para entender el pensamiento sobre el hombre hay que partir de la física, que estudia los seres naturales. Ser natural es el que tiene en sí mismo el principio del movimiento y del cambio. Éstos se oponen a los seres artificiales. los seres naturales se dividen en seres inertes y en seres vivos, que los divide en vegetales y animales, que a su vez se componen de irracionales y racionales.
La característica principal de los seres naturales es el cambio, un cambio que se produce para algo, persiguiendo un fin, que es la perfección de su naturaleza, y ésto a su vez constituye su bien. Ésto se refiere principalmente a los seres vivos. Eso de la perfección de la naturaleza consiste en la realización de todas las posibilidades que tiene ese ser como tal clase de ser, por tanto, habrá tantas clases de bienes como clases de seres, porque cada ser tiene sus propias posibilidades, su naturaleza. Coincide, por tanto, el fin de ese ser con su bien.
La consecuencia de todo esto, en relación con el ser humano; es que el ser humano, como tal ser natural vivo (animal racional), tiene como fin la realización de todas sus posibilidades por su naturaleza. Como lo más propio del ser humano es la razón, será la perfección de su inteligencia lo que más le realice como hombre, la inteligencia se perfecciona con el conocimiento de la verdad, en lo que coincide con Platón.
Concepto de alma:
Aristóteles rechaza el dualismo platónico. Para él el hombre es una única sustancia o cosa, constituida de dos co-principios incompletos, que son el cuerpo y el alma, que no podrán existir separados sino que se completan el uno al otro.
El alma es, para Aristóteles, principio de vida, por lo tanto aquí se deduce que todos los seres vivos tendrán alma. El alma es el principio que diferencia a los seres vivos de los seres inertes. Distingue el alma vegetativa, el alma sensitiva y el alma racional.
El alma vegetativa es el principio de la vida y ésta es la única que tienen los vegetales; las funciones vegetativas son:
nutrición, crecimiento, reproducción y muerte.
El alma sensitiva es el principio por el cual los animales realizan las funciones vegetativas y, además, otras funciones específicas de los animales: conocimiento sensitivo, movimiento local, función de ataque y huida, defensa, etc.
El hombre es un ser natural, un animal racional (posee inteligencia abstracta). Tiene todas las funciones propias de los animales, pero también tiene algo extremadamente humano que es la razón. La inteligencia humana tiene dos funciones principales: entendimiento teórico y entendimiento práctico. El primero tiene como fin el conocimiento de la verdad de las cosas, es decir, la esencia. El segundo tiene por objeto conocer para actuar, es decir, la práctica, el conocimiento del bien, comportarnos correctamente. El entendimiento teórico y la voluntad son las dos funciones específicas del ser humano que no tiene el animal.
La característica principal de los seres naturales es el cambio, un cambio que se produce para algo, persiguiendo un fin, que es la perfección de su naturaleza, y ésto a su vez constituye su bien. Ésto se refiere principalmente a los seres vivos. Eso de la perfección de la naturaleza consiste en la realización de todas las posibilidades que tiene ese ser como tal clase de ser, por tanto, habrá tantas clases de bienes como clases de seres, porque cada ser tiene sus propias posibilidades, su naturaleza. Coincide, por tanto, el fin de ese ser con su bien.
La consecuencia de todo esto, en relación con el ser humano; es que el ser humano, como tal ser natural vivo (animal racional), tiene como fin la realización de todas sus posibilidades por su naturaleza. Como lo más propio del ser humano es la razón, será la perfección de su inteligencia lo que más le realice como hombre, la inteligencia se perfecciona con el conocimiento de la verdad, en lo que coincide con Platón.
Concepto de alma:
Aristóteles rechaza el dualismo platónico. Para él el hombre es una única sustancia o cosa, constituida de dos co-principios incompletos, que son el cuerpo y el alma, que no podrán existir separados sino que se completan el uno al otro.
El alma es, para Aristóteles, principio de vida, por lo tanto aquí se deduce que todos los seres vivos tendrán alma. El alma es el principio que diferencia a los seres vivos de los seres inertes. Distingue el alma vegetativa, el alma sensitiva y el alma racional.
El alma vegetativa es el principio de la vida y ésta es la única que tienen los vegetales; las funciones vegetativas son:
nutrición, crecimiento, reproducción y muerte.
El alma sensitiva es el principio por el cual los animales realizan las funciones vegetativas y, además, otras funciones específicas de los animales: conocimiento sensitivo, movimiento local, función de ataque y huida, defensa, etc.
El hombre es un ser natural, un animal racional (posee inteligencia abstracta). Tiene todas las funciones propias de los animales, pero también tiene algo extremadamente humano que es la razón. La inteligencia humana tiene dos funciones principales: entendimiento teórico y entendimiento práctico. El primero tiene como fin el conocimiento de la verdad de las cosas, es decir, la esencia. El segundo tiene por objeto conocer para actuar, es decir, la práctica, el conocimiento del bien, comportarnos correctamente. El entendimiento teórico y la voluntad son las dos funciones específicas del ser humano que no tiene el animal.
La Antropología Filosófica en la Edad Media:
En la Edad Media la antropología filosófica estuvo fuertemente influida por la teología, la Edad Media fue un periodo teocéntrico, en el que todo gira en torno al concepto de Dios. En la Edad Media existen dos categorías para interpretar la realidad: la categoría de creación y la de ser creado. Estos dos conceptos son completamente ajenos a la mentalidad griega, fueron la aportación original al cristianismo.
Al hombre se le interpreta por su relación con Dios, la diferencia fundamental con los griegos es que, en éstos, el hombre es un ser natural con un destino puramente terrenal, no se piensa en una felicidad transcendente. En la Edad Media, el hombre es un ser creado por Dios a su imagen y semejanza (posesión de inteligencia y capacidad de amar). En la Edad Media al hombre se le considera compuesto de cuerpo y alma, ésta es considerada algo de naturaleza espiritual, libre e inmortal. San Agustín se apoya en un argumento platónico y dice respecto a Platón: “Nadie como Platón se ha acercado tanto a nosotros”, sin embargo, el cristianismo se distingue de la filosofía platónica en el concepto de felicidad, para los griegos la felicidad se encuentra en éste mundo y para los cristianos se encuentra en un mundo más allá del nuestro y consiste en “La visión de dios cara a cara” (Santo Tomás de Aquino).
Aparece, por tanto, la idea de salvación eterna, ésta vida es un tránsito; un camino para conseguir la vida eterna por medio de la virtud que consiste en obedecer los mandamientos de la ley de Dios y conduce a la felicidad de la salvación eterna, la vida sólo tiene sentido como camino de salvación. Lo contrario sería la condenación eterna.
Al hombre se le interpreta por su relación con Dios, la diferencia fundamental con los griegos es que, en éstos, el hombre es un ser natural con un destino puramente terrenal, no se piensa en una felicidad transcendente. En la Edad Media, el hombre es un ser creado por Dios a su imagen y semejanza (posesión de inteligencia y capacidad de amar). En la Edad Media al hombre se le considera compuesto de cuerpo y alma, ésta es considerada algo de naturaleza espiritual, libre e inmortal. San Agustín se apoya en un argumento platónico y dice respecto a Platón: “Nadie como Platón se ha acercado tanto a nosotros”, sin embargo, el cristianismo se distingue de la filosofía platónica en el concepto de felicidad, para los griegos la felicidad se encuentra en éste mundo y para los cristianos se encuentra en un mundo más allá del nuestro y consiste en “La visión de dios cara a cara” (Santo Tomás de Aquino).
Aparece, por tanto, la idea de salvación eterna, ésta vida es un tránsito; un camino para conseguir la vida eterna por medio de la virtud que consiste en obedecer los mandamientos de la ley de Dios y conduce a la felicidad de la salvación eterna, la vida sólo tiene sentido como camino de salvación. Lo contrario sería la condenación eterna.